Debemos comprender lo que es el vivir y, entonces, podremos preguntar qué es el morir; lo que sucede antes de morir es más importante que lo que sucede después de la muerte, es decir, antes del final, mucho antes del último minuto, ¿qué es el vivir? ¿Es el vivir un esfuerzo y un conflicto en el cual no hay ninguna relación de unos con otros, es el vivir esa profunda sensación de soledad interna? Para escapar de eso que llamamos “vivir” vamos a las iglesias, a los templos, rezamos y adoramos, pero eso no tiene ningún valor; si uno tiene dinero se satisface con extravagancias, ya conocen todos los trucos que utilizamos para evadirnos de nuestra propia consciencia, del estado real de nuestra mente, y a eso lo llamamos “vivir”.
Ese contenido es la base sobre la cual se apoya toda la humanidad, por tanto, en lo psicológico, en lo interno, uno no es un individuo. Externamente, uno puede tener un aspecto distinto al de otras personas, puede ser amarillo, moreno, negro, alto o bajo, ser una mujer o un hombre, pero internamente, en lo profundo somos similares, quizá con alguna variación, pero esa similitud es como un hilo que mantiene juntas las perlas de un collar.
La meditación tiene un lugar en la vida diaria cuando se investiga toda la naturaleza y la estructura del propio ser: las reacciones de uno, el estado de la propia consciencia, por qué uno cree o no cree, por qué uno acepta las influencias de las instituciones, etc., todo esto es el verdadero movimiento de la meditación.
En la naturaleza, todo sistema vivo crece hasta un cierto punto en el que detiene su crecimiento, pero no detiene su desarrollo. El desarrollo puede seguir infinito, pero el crecimiento no.